Gema García: 'El verano es una época especialmente delicada para las personas con trastornos alimentarios o que están en riesgo de padecerlos'
Con la llegada del calor, la publicidad de dietas de adelgazamiento así como el número de personas que se animan a llevarlas a cabo, aumenta. Entrevistamos a la Coordinadora del Grupo de Trabajo de Trastornos Alimentarios y Obesidad del COPCV para conocer los peligros y las precauciones que hay que tener frente a las 'dietas milagro'.
La compañera Gema García Marco, psicóloga especializada en trastornos de la alimentación, Máster en Psicología Clínica y de la Salud, Máster en Intervención interdisciplinar en Trastornos de la Conducta Alimentaria y Trastornos de la Personalidad y Terapeuta familiar acreditada por la ATFCV. Actualmente es Coordinadora del Grupo de Trabajo de Trastornos Alimentarios y Obesidad del COPCV.
¿Las dietas de verano suelen derivar en verdaderos TCA?
Desde luego el comienzo de una dieta, sobre todo si hablamos de dieta restrictiva, puede funcionar como detonante de un trastorno alimentario dados determinados factores de predisposición o vulnerabilidad en esa persona. Por eso es tan importante, en el caso de que sea necesaria una pérdida de peso, hablar de cambio de hábitos que además sea siempre pautado y supervisado por un profesional. Un cambio de hábitos alimentarios y de salud es sostenible a largo plazo (las dietas no lo son) y no conlleva peligro para la salud física ni psicológica.
¿Se elevan durante el verano el número de casos de trastornos alimentarios? ¿Cuáles son los principales TCA durante esta época del año?
El verano es una época especialmente delicada para las personas con trastornos alimentarios o que están en riesgo de padecerlos. Por un lado tenemos la exposición corporal que supone la llegada del calor y por otro, las modificaciones en los hábitos y rutinas. Este cierto “descontrol” normativo que tenemos a veces en vacaciones puede hacer sentir a personas que no tienen una buena relación con su cuerpo y con la comida altos niveles de culpabilidad que desencadenen en purgas, compensaciones o un aumento de la restricción como mecanismo compensatorio. Esto puede, como comentaba antes, ser la puerta de entrada a un trastorno alimentario o exacerbar uno ya existente.
¿Es la población consciente de lo que puede comenzar como una dieta de verano puede acabar con problemas más graves?
Agradezco muchísimo que esta pregunta porque creo que la población general no es consciente en absoluto del riesgo que corre dejándose llevar por los reclamos de las dietas milagro, dietas para “llegar estupenda a la operación bikini”, productos détox, etc…
Con la llegada del calor nos bombardean con este tipo de productos, haciéndonos creer que podemos tener el cuerpo que queramos sin esfuerzo, eso sí… a costa de gastarnos muchísimo dinero y jugar con nuestra salud. Y ese mensaje es muy peligroso.
Si de verdad quieres mejorar la relación con tu cuerpo o perder peso por un problema de salud, lo mejor es que apuestes por un tratamiento con profesionales que te acompañen en el proceso de hacer las paces contigo y con la comida. Para ello, incidirán en un cambio de hábitos que puedas mantener a largo plazo y tendrán en cuenta un gran número de factores que te están condicionando sin darte cuenta. Ese trabajo en profundidad será el que traiga consigo resultados ya que no existe una solución “mágica”.
¿Las personas con TCA pueden verse influidas por la cantidad de información que aparece en los medios de comunicación relativa a dietas de verano? ¿Hay un tipo de personas más vulnerables que otras a caer en estas dietas?
Desde luego, la población con trastornos alimentarios es especialmente vulnerable a este tipo de publicidad, y es a ellos precisamente a quien puede hacer más daño. Ellas (utilizo el femenino dada la mayor prevalencia) se sienten tan terriblemente mal consigo mismas y con sus cuerpos que se van a agarrar como un clavo ardiendo a cualquier posibilidad que les prometa perder peso de forma rápida y sin esfuerzo. El problema es que el lugar donde ellas buscan la solución (“Si cambio mi cuerpo, cambiará mi vida”) supone en realidad cavar aún más hondo el pozo que supone la enfermedad, aumentando su insatisfacción vital. El intento de solución hace más grande el problema.
Sí, hay unas personas más vulnerables que otras. Hablamos de personas que tienen insatisfacción corporal, que están pasando por un momento emocional complicado, personas que llevan toda la vida a dieta y creen que ‘esta sí va a funcionar’, o personas que tienen factores de predisposición para un trastorno alimentario (baja autoestima, elevada exigencia, perfeccionismo, historia de críticas por su apariencia…entre otros).
Para tratar de contrarrestar en redes sociales los mensajes y publicidades ‘pro-operación bikini’ un grupo de profesionales de los trastornos alimentarios que colaboramos en un blog llamado “Cómete el Mundo TCA”, lanzamos el año pasado un hashtag #NiBikiniNiBikino donde dejar o leer propuestas para pasar un verano saludable. Os invito a que paséis a leer o a aportar.
¿Cuáles son las señales que deben alertar de que existe un problema? ¿El estado de ánimo por la vuelta al trabajo en septiembre puede agravar estos problemas?
Las señales de alarma son diversas dependiendo del trastorno alimentario que pueda tener la persona (los más comunes; Anorexia, Bulimia y Trastorno por Atracón), pero algunas señales de alarma generales que podrían hacernos sospechar podrían ser: pronunciada pérdida de peso o fluctuaciones en el peso, comentarios negativos respecto al cuerpo, evitación de situaciones sociales que suponen comer o mostrar el cuerpo en público, echar en falta comida en casa o encontrar restos de comida escondidos, aislamiento social, cambios bruscos de humor, irritabilidad, tristeza…
No me atrevería a decir si la vuelta al trabajo por si misma podría ser un factor agravante porque depende de las circunstancias de cada persona, pero una situación de estrés o una situación de crisis en la vida de una persona si puede funcionar como un detonante o un agravante.
¿Cómo debe abordar el profesional este tipo de patologías, que suelen ser reflejo de otras dificultades?
Siempre tenemos que tener en cuenta que los trastornos alimentarios son patologías multicausales y complejas. Se manifiestan como un problema con la comida, pero van mucho más allá que problemas con la comida. La relación con la comida es la manifestación del problema, es como una punta de iceberg: lo primero que se ve. Pero bajo el agua, en las profundidades, se encuentran otras fuentes de dolor y malestar para la persona. No se trata, por tanto, solo de abordar el síntoma, sino de acompañar a la persona a sanar en profundidad tratando todos aquellos aspectos que la llevaron a enfermar. Para ello es importante que el tratamiento sea llevado a cabo siempre por un equipo interdisciplinar y especializado.
¿Durante cuánto tiempo se suele prolongar la atención en este tipo de usuarios?
Precisamente debido a esta complejidad de la que os hablaba antes, los tratamientos suelen durar ente 2 y 5 años. La duración del tratamiento depende de muchos factores (gravedad, años de evolución de la enfermedad, presencia o no de comorbilidades, presencia o no de apoyo familiar y social…etc.), pero que nadie se sienta desalentado por estas cifras. Al revés, cuanto antes se ponga la persona en manos de profesionales, antes podrá salir y recuperar su vida, porque con un trastorno alimentario como compañero de viaje no se vive, se sobrevive.