No poder recuperar el cuerpo del familiar fallecido, favorece la aparición del 'duelo imposible'

Entrevista a Mariano Navarro Serer, Presidente de PSICOEMERGENCIAS-CV. Coordinador GIPEC-Valencia con motivo de los últimos accidentes aéreos y el aniversario del siniestro de tren en Angrois.

Esta semana se ha cumplido un año del accidente ferroviario en Angrois además, en un corto periodo de tiempo, han sucedido varios accidentes aéreos.  En este tipo de acontecimientos, los profesionales de la Psicología tenemos un importante trabajo que desarrollar. El COPCV ha entrevistado a Mariano Navarro Serer, Presidente de PSICOEMERGENCIAS-CV y Coordinador GIPEC-Valencia, para que nos aporte sus conocimientos como psicólogo experto en emergencias y catástrofes.

Respecto al accidente de tren de Angrois ¿Cuales son las secuelas psicológicas más relevantes de aquellas personas afectadas directa e indirectamente?

La vivencia de una experiencia traumática de esta magnitud genera en todos aquellos implicados una serie de reacciones iniciales que no tienen por qué dejar secuelas crónicas. Estas secuelas pueden aparecer dependiendo de toda una serie de determinantes que englobarían desde la personalidad del afectado y sus mecanismos de afrontamiento, hasta la ayuda psicológica recibida dentro de los primeros momentos de la tragedia.

Por esta razón la labor de los psicólogos emergencias se convierte en un recurso de absoluta necesidad con el fin de prevenir la aparición de estas secuelas posteriores, ayudando a entender a los afectados que todas las reacciones iniciales que pueden experimentar, entran dentro de la normalidad ante la vivencia de un hecho excepcional.

A pesar de la importancia de esta intervención paliativa de posibles secuelas, la aparición de las mismas son, a veces, inevitables por la intensidad de lo vivido. Los afectados toman conciencia de su vulnerabilidad ante la vida y la muerte. Las secuelas más habituales girarán entorno a la reexperimentación, hiperactivación y evitación de todos los recuerdos asociados al trauma; la persona se encuentra en alerta necesitando de un tiempo para elaborar e integrar lo sucedido, mientras tanto será normal que presente un malestar psicológico intenso ante determinados estímulos o recuerdos que pueden generar respuestas fisiológicas exageradas; que evite todo aquello que le recuerde los mismos y que haya un aumento de su activación general que repercuta en sus hábitos cotidianos como el descanso o su capacidad de concentración.

Cuando estos síntomas se mantienen más allá del mes desde la vivencia del hecho traumático, podemos empezar a hablar de la posible aparición de un Trastorno por Estrés Postraumático.

Volviendo a la pregunta inicial, considero importante destacar la diferencia entre aquellos afectados directa e indirectamente, puesto que ambos señalan el primer nivel de victimización; el primario, compuesto por aquellos directamente relacionados con el hecho traumático, pero también por todas aquellas personas  vinculadas de alguna manera con estos, véase amigos y familiares. Es importante esta puntualización puesto que mayoritariamente los psicólogos emergencistas trabajamos sobre todo con este colectivo, aquellos que acuden al lugar del siniestro buscando a sus seres queridos y con los que tenemos que iniciar todo un proceso de acompañamiento dirigido al trabajo emocional y afrontamiento de la situación, desde la prestación de los primeros auxilios psicológicos.

 

¿Qué nos ocurre emocionalmente cuando se acerca esta fecha?

Los aniversarios posteriores a la fecha de la tragedia se convierten en días especiales necesarios de preparar con antelación. Será inevitable no experimentar una mayor intensidad del recuerdo traumático incluso días antes de la llegada de la fecha del suceso. A pesar de que en muchos casos la evolución del afectado puede haber sido muy positiva, al acercarse el aniversario estos pueden experimentar un significativo bajón emocional que será necesario preparar y sobre todo informar de la normalidad del mismo para evitar preocupaciones irracionales.

Tiene su similitud con el primer aniversario de la muerte de un ser querido sean cual sean las circunstancias de la pérdida. Se trata de una fecha que recomiendo no pasar inadvertida sino realizar, aunque sea el ritual más simple, para poder cerrar lo que sin duda, es el primer capítulo tras la tragedia. Es el cierre del primer año y por ello un buen momento para realizar un ejercicio introspectivo con el fin de valorar cómo me encuentro y qué “pesos” todavía pueden estar condicionando mi existencia.

 

 

¿Es positivo o negativo revivir el accidente mediática y públicamente?

Los aniversarios de un suceso traumático como una catástrofe con múltiples víctimas siempre generan, sobre todo en el primero de ellos, que los medios hagan de nuevo eco de la tragedia. Muchos de los afectados volverán a visualizar escenas en la televisión que reactivarán sus recuerdos traumáticos perjudicándolos negativamente, sobre todo si la elaboración del trauma no se ha realizado correctamente durante el primer año.

Nuestro país no parece tener muy en consideración la repercusión que sobre las víctimas puede tener este hecho. Es inevitable no recordarlo públicamente pero hay muchas formas de hacerlo sin tener que volver a utilizar las imágenes más dantescas o ahondar en la herida de la víctima buscando el morbo para generar audiencia. Este es un tema que considero se necesitaría trabajar con los medios para evitar las repercusiones negativas propias de la victimización secundaria. Sin embargo si los medios se centraran en mostrar el testimonio de los afectados que han sabido superar el trauma inicial, desde el respeto a cada uno de ellos, los resultados de estas entrevistas si podrían convertirse en una muestra de la superación personal del ser humano y en una referencia positiva y esperanzadora para aquellos que todavía no han sido capaces de elaborar sanamente sus pérdidas o se encuentran en el proceso doloroso de sus duelos complicados. El respeto a las víctimas siempre tiene que estar por encima de todo lo demás.

 

"No poder recuperar el cuerpo puede potenciar la negación como mecanismo de defensa"

 

Haciendo referencia a los accidentes de avión que en los últimos días han tenido lugar, ¿Cómo se vive la pérdida de un ser querido cuando se está a tanta distancia?

Lo primero que se me ocurre decir es, desde la desesperación. La pérdida de un ser querido causada por una catástrofe es una experiencia devastadora para cualquier ser humano. Si es difícil aceptar la muerte de alguno de los nuestros, mucho más difícil es cuando se trata de una pérdida súbita y además no natural. Si a esto le añadimos que el accidente sucede a miles de kilómetros de distancia, la impotencia, la angustia y la desesperación crecen por momentos ante la imposibilidad de poder estar en el lugar de los hechos en el menor plazo de tiempo posible. Las familias se encuentran perdidas en un laberinto emocional donde el dolor, la frustración y los nervios se convierten en los protagonistas principales. Necesitan saber y lo necesitan ya.

La información se convierte en una de las necesidades principales en esos momentos, la necesidad de encontrar respuestas a la multitud de preguntas que surgen adquiere una relevancia total.

Acoger de inmediato a todas estas personas cuidando de darles el apoyo básico emocional que merecen y ofrecerles la información progresiva que demandan, siempre desde la constatación previa para no levantar falsas expectativas, es un objetivo prioritario en estos casos que el equipo de psicólogos emergencistas, como recurso principal de los intervinientes, tiene que ofrecer.

Es fundamental, cuando las circunstancias lo permitan, poder trasladar a las familias al lugar del siniestro habilitándoles correctamente para su atención, un centro de recepción de familiares y desde allí continuar con la labor de apoyo y asistencia. Cierto es que cuando las circunstancias no lo permiten, por ejemplo accidentes en zonas de conflicto bélico donde corriera riesgo la vida de los familiares, o por ejemplo, catástrofes aéreas en lugares no claramente localizados como aviones perdidos en el mar o en alta montaña, todo se complica mucho más puesto que la recuperación de los cuerpos se convierte en ocasiones en tarea difícil, favoreciendo por ello la posible aparición del denominado “duelo imposible”, cuando el cuerpo finalmente no ha podido ser recuperado.

 

¿Por qué es tan importante recuperar el cuerpo del familiar fallecido?

Porque la visión del cadáver implica la toma de conciencia de la realidad de su pérdida y por tanto en muchas ocasiones el inicio de un duelo adecuado. No poder recuperar el cuerpo y por tanto no poder ofrecer a la familia la posibilidad de reconocerlo, pueden en muchos casos potenciar la negación como mecanismo de defensa y no aceptar la realidad de la pérdida, favoreciendo la aparición del duelo imposible anteriormente comentado.

Desde la experiencia en el acompañamiento de familiares en el reconocimiento de cadáveres tras una catástrofe con múltiples víctimas, he podido constatar que muchas familias demandan poder verlo aunque previamente hayan sido advertidos del tremendo estado en el que lo van a encontrar. A pesar de ello, son muchos aquellos que no pueden reducir su tensión o angustia hasta no poder ver al menos la parte del cuerpo de su ser querido que se les pueda mostrar.

También es cierto que hay una parte de afectados que rechazan vivir esta experiencia y prefieren recordar a su ser querido tal y como era antes, conformándose tan solo con el reconocimiento de sus objetos personales, pero hay que entender que la visión del cadáver es un derecho de la familia, y a la vez un paso para la aceptación de la realidad de la pérdida y el inicio del duelo posterior, impidiendo la negación como mecanismo defensivo.

   

               Miembros de Psicoemergencias-CV de Valencia activados durante el simulacro 'Luñol 14' realizado entre marzo y abril

El papel del psicólogo emergencista en este sentido también es muy importante puesto que somos nosotros quienes primero vemos el cuerpo para poder preparar a la familia del impacto que la visión del mismo les puede ocasionar, explicando en qué estado se encuentra y preparándolos para el impacto.

 

¿Qué diferencia hay entre perder a un familiar en un hecho repentino pero aislado, como un accidente de coche, a uno masivo y además internacional?.

Básicamente el impacto inicial es el mismo, la noticia de la muerte de un ser querido en un accidente repentino te golpea de tal forma que pierdes el control y la capacidad de reacción. No se trata de una muerte esperada donde la vida te haya podido dar la oportunidad de realizar un duelo anticipatorio, se trata de que esta mañana tu te has despedido de tu hijo sano y ahora está muerto y nunca más lo vas a volver a tener a tu lado.

Posteriormente a este ya pueden venir otras reacciones diferenciadoras como por ejemplo la búsqueda de un culpable. No es lo mismo que fuera tu hijo el que conducía un coche bajo los efectos del alcohol provocando un accidente mortal, a que fuera tu hijo sobrio el fallecido por culpa del otro conductor. Mucho más puede complicarse el duelo si tu ser querido era uno de los pasajeros de un avión siniestrado o del vagón de un tren que descarrila por una negligencia humana o por un fallo técnico sin especificar.

Es habitual que en estos casos muchos de los familiares busquen el culpable de lo sucedido entrando por desgracia en ocasiones, en un bucle autodestructivo que dificulta la sana elaboración de un duelo traumático y acaba enfermando a los deudos cuando la situación no es aclarada como se quisiera.

En la historia de nuestro país siempre quedará el recuerdo de pérdidas traumáticas generadoras de duelos patológicos en los familiares de las víctimas, desde el accidente ferroviario de Angrois el año pasado, el accidente de metro en Valencia hace ahora ocho años, el 11-M en Madrid, o incluso remontándonos algo más en el tiempo, la muerte de las niñas de Alcacer en los años 90 que sin ser ejemplo del tema que nos ocupa, si lo fue de duelos imposibles ante la imposibilidad de poder encontrar al principal culpable de estos asesinatos.

En definitiva el impacto inicial es el mismo, pero las diferentes circunstancias pueden determinar caminos únicos que impiden a veces encontrar la paz.

 

Como psicólogos/as, ¿recomendáis que los familiares estén informados a través de los medios o depende de cada caso?

Los medios, en mi opinión, son los últimos que deben acercarse a los afectados y menos informar a los familiares. La información es una necesidad sagrada que las familias demandan constantemente; ningún periodista es la persona adecuada para cubrir esta necesidad, ni están capacitados para ello ni conocen las necesidades básicas de un ser humano afectado por la vivencia traumática de la búsqueda de su ser querido. Somos nosotros como psicólogos, quienes tenemos que asumir tal responsabilidad, son los psicólogos emergencistas el recurso más idóneo y capacitado para tal labor, desde el conocimiento del sufrimiento humano y desde su habilidad y recursos para poder acompañar en el mismo sobre la base de la empatía, el respeto y la comunicación eficaz en estos casos.

Como se ha dicho anteriormente la información a la familia debe ser muy bien constatada con anterioridad para que sea real y no albergue ningún tipo de falsas esperanzas, por ello el psicólogo acompañante debe servir de enlace entre las fuentes oficiales y los familiares en la transmisión de la información, a la vez de ser el apoyo principal para la contención de las emociones asociadas al efecto de esta transmisión de malas noticias con el fin de ayudar a su integración.

 

En definitiva y para concluir, podemos decir que durante los últimos años la figura del psicólogo emergencista ha alcanzado una gran relevancia, su papel es determinante dentro de los recursos oficiales de la administración como parte del equipo habitual de intervinientes dentro de la emergencia. Su presencia inmediata en el lugar de los hechos favorece la prestación de un ayuda fundamental marcada los primeros auxilios psicológicos como modo de asunción de una realidad imposible de aceptar para los afectados; entendiendo que si nuestro trabajo principal gira en torno a los familiares de las víctimas en todo un proceso de acompañamiento, también está dirigido al trabajo con los primeros afectados buscando su estabilización emocional, en ocasiones fundamental para su rescate; y por supuesto con el resto de intervinientes de los distintos recursos de emergencias en la elaboración principal del impacto.

De una forma u otra, nos encontramos ante un campo de acción verdaderamente importante, generando un área de la psicología necesaria de potenciar por su incuestionable relevancia social.

 

 



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