El riesgo de suicidio en personas con autismo, un problema emergente, según un estudio

A este respecto, varios estudios han señalado que la terapia dialéctico-conductual puede ser beneficiosa.

Las personas con autismo presentan frecuentemente problemas de regulación emocional -con una prevalencia cuatro veces mayor que en la población general-, y conductas de riesgo suicida, un fenómeno especialmente preocupante en esta población. A este respecto, varios estudios han señalado que la terapia dialéctico-conductual puede ser beneficiosa, destacando su eficacia para reducir el riesgo de suicidio en personas con autismo.

Así lo afirman investigadores argentinos en un estudio a través del cual analizan la prevalencia, la evaluación y los tratamientos disponibles para abordar el riesgo de suicidio en personas adultas con autismo.

Tal y como señalan, el riesgo de suicidio en el Trastorno del Espectro Autista (TEA) ha emergido en los últimos años como una problemática. Según diversas investigaciones, los problemas de salud mental comórbidos son muy comunes en adultos con TEA y se estima que más de la mitad de ellos son diagnosticados con, al menos, un trastorno psiquiátrico adicional. Esta tasa, advierten, “es considerablemente más alta que la de la población general y representa un coste elevado para los sistemas de salud”.

A pesar de ello, son escasos los estudios sobre el riesgo de suicidio en el TEA y su abordaje; a esto se añaden otras dificultades como el subdiagnóstico del autismo, especialmente en el género femenino, “que puede desarrollar estrategias funcionales de camuflaje para adaptarse a las demandas y ocultar su sintomatología”, dificultando una detección y diagnóstico tempranos, lo que conlleva un diagnóstico tardío y que el problema del suicidio quede encubierto por otros diagnósticos asociados, como trastornos de la personalidad, síntomas obsesivos y psicosis, entre otros.

Atendiendo a lo expuesto, los autores del presente estudio han realizado una revisión narrativa sobre tres aspectos relacionados con el riesgo de suicido en la población adulta con TEA: la prevalencia, la evaluación y las intervenciones disponibles basadas en evidencia. La búsqueda bibliográfica se ha realizado utilizando los buscadores de Pubmed, Scielo, Dialnet y Psychinfo, limitándose a artículos publicados a partir del año 2010 en adelante.

A continuación, resumimos los principales resultados:

Prevalencia del riesgo de suicidio en TEA

Si bien en la actualidad no se cuenta con datos oficiales sobre la prevalencia del suicidio en personas con TEA, diversos estudios independientes sugieren que las conductas suicidas “son relativamente comunes” en esta población.

En este sentido, algunos indican que a partir de los 7 años, la tasa de riesgo de suicidio en el espectro es tres veces más elevada que en la población infantil neurotípica y que, durante la adolescencia y adultez temprana, los intentos de suicidio son significativamente mayores en el grupo con TEA. En la edad adulta, se ha reportado una alta prevalencia de ideación, planificación y conductas suicidas en personas con diagnóstico de Asperger, comparadas con la población general, apuntando, en estos casos, hacia los antecedentes de depresión y los rasgos característicos del espectro del autismo, como factores de riesgo para el comportamiento suicida.

Se observa una elevada variabilidad en la prevalencia de ideación suicida en población con autismo, con valores que oscilan entre el 11 y 66%, y que según algunos estudios, pueden llegar al 72%.

Con respecto a las conductas autolesivas, algunos metaanálisis señalan una prevalencia del 42% en personas con autismo, independientemente de la edad y coeficiente intelectual y se estima que el 65% de las personas adultas con autismo presentan autolesiones sin ideación suicida en algún momento, a lo largo de su vida. Para los autores del presente estudio, esto “representa un problema significativo puesto que los antecedentes de autolesiones sin ideación suicida son un factor de riesgo suicida considerable”. En cuando a la planificación suicida, investigaciones llevadas a cabo en este ámbito estiman una prevalencia del 21,9%, un porcentaje considerablemente mayor que el de la población general, “cuya prevalencia aproximada de planificación suicida es del 3%”.

 

De acuerdo con los expertos, los métodos de suicidio más frecuentemente empleados por las personas con TEA son los saltos al vacío desde alturas considerables, la intoxicación por monóxido de carbono, el envenenamiento, el ahorcamiento y la sobredosis de drogas, esta última con mayor prevalencia entre las mujeres. El uso de armas de fuego presenta una prevalencia más baja, pese a ser el método más letal.

A su juicio, “es posible que la conducta suicida en personas dentro del espectro autista esté relacionado con las características clínicas propias del trastorno”. De este modo, consideran varios factores de riesgo a considerar en la clínica, como la rigidez, la dificultad en el lenguaje y la interacción social, y las comorbilidades (como trastornos internalizantes y de la personalidad), si bien, afirman que “aún no se han realizado estudios que aborden la cuestión del suicidio desde una perspectiva de factores protectores”.

 

Los investigadores ponen de relieve cómo, en los últimos tiempos, se viene observando “una mayor tasa de inconformismo de género entre las personas con TEA en comparación con la población no autista”. En este contexto, consideran primordial destacar que las personas con autismo que se identifican como parte de la comunidad LGTBQ+, “enfrentan una serie de desafíos y barreras en su vida diaria, lo que las hace más vulnerables y con mayor riesgo de suicidio”.

Diversos estudios al respecto, reportan que, dentro de la población con autismo, aquellas personas que se identifican como LGTBQ+ presentan un peor estado de salud y mayores barreras para acceder a servicios de atención médica (ej., ser rechazados de los servicios por profesionales médicos), con tasas más elevadas de tabaquismo y problemas de salud mental, apuntando a la discriminación en la comunidad y en las relaciones como un factor de riesgo de suicidio. Según los autores de esta revisión, la discriminación hace referencia aquí a actitudes de rechazo, exclusión y discriminación hacia determinados grupos sociales, “entre los cuales se encuentran las personas LGTBQ+”.

¿Cómo se evalúa el riesgo de suicidio en autismo?

Los autores recomiendan realizar “una evaluación formal y otra basada en la conceptualización del caso”, antes de iniciar un programa de intervención en adultos con autismo, recabando información a través de diversos métodos (por ej., la observación directa, informantes clave, cuestionarios. etc.).

Concretamente, en el caso de las conductas suicidas en el espectro autista, han detectado una escasez de cuestionarios y protocolos de evaluación, utilizándose instrumentos de evaluación de riesgo de suicidio en población general que no están validados para aplicarlos a personas con autismo, lo que evidencia la necesidad de adaptarlos a esta población.

 

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