Qué es el conflicto y cómo abordarlo: entrevista a Serafín Lemos
Los conflictos son inevitables y no son buenos ni malos en sí mismos: todo depende de cómo lo gestionemos.
Esto es lo que afirma Serafín Lemos Giráldez, doctor en psicología, especialista en psicosis y director de la revista Papeles del Psicólogo, en una entrevista que publica la División Académica del Consejo General de la Psicología de España (COP), denominada Sociedad Española de Psicología (SEP).
Esta entrevista corresponde a la tercera edición del Boletín Informativo del SEP y, al igual que las entrevistas publicadas previamente, busca profundizar en la realidad profesional de la investigación y docencia en psicología. En esta entrevista el tema central es el conflicto entre las personas y los grupos, y explorar cuál es su naturaleza y qué aporta la psicología para comprenderlo y actuar ante él.
Los conflictos son naturales y pueden ser constructivos si hay actitud para ello
Serafín parte de la idea de que el conflicto es inherente a la condición humana y ocurre cuando dos o más objetivos no pueden conseguirse o resolverse simultáneamente; de forma que, al reducir el malestar con la consecución de un objetivo, se aumenta el malestar por la pérdida de otro. Esto, en el ámbito relacional, se traduciría como una incompatibilidad entre los objetivos de diferentes personas o grupos; es decir, que una persona o grupo lograra su objetivo implicaría que otra persona o grupo no lo consiguiera.
Continúa afirmando que, aunque los conflictos puedan generar estrés, ansiedad y frustración, no son en sí mismos negativos, sino que pueden ser un medio para mejorar la vida y resolver problemas; en parte, depende de si hay una negociación o, por el contrario, una imposición. En este sentido, según el grado de asertividad y cooperación, podemos diferencias varias actitudes, que serán más adaptativas o menos según la situación:
- Competición (defensa de la propia posición y persuasión).
- Acomodación (adaptación a la situación).
- Colaboración (disculpa y diálogo en privado).
- Compromiso (pacto entre las partes).
- Evitación (actuación como si no existiese el conflicto).
Hay rasgos de personalidad más favorables para el conflicto
“Se han señalado rasgos que fomentan una actitud favorable para la resolución de conflictos, como son la extraversión, la cordialidad, la responsabilidad y la apertura a la experiencia”. Por ejemplo, las personas introvertidas tienden a sentirse más desanimadas ante un conflicto, y más proclives a evitarlo, quizá porque se sientan sobreestimuladas y esto les dificulte afrontar la situación.
Por otro lado, “las personas altamente narcisistas tienden a acusar a los demás de su conducta inapropiada, a hacer atribuciones externas en los demás de su mala conducta […]. Y los rasgos más propensos a la confrontación son la agresividad, la impulsividad y la mezquindad (o baja cordialidad)”. Por supuesto, interviene también la historia del individuo: traumas, problemas mentales…; también influye la exposición a disputas familiares frecuentes o, por el contrario, a relaciones donde hay respeto y muestras de cariño.
Los conflictos sociales y políticos
Los conflictos familiares o entre dos personas suelen tener una naturaleza circunstancial e incluso transitoria mientras que los sociales se refieren a la lucha por el poder o por la acumulación de unos recursos limitados.
La falta de proyectos ilusionantes para la población puede llevar a esa confrontación y polarización política actual basada en el descrédito de los planteamientos ajenos, llegando a planteamientos dicotómicos simplistas (bueno/malo, facha/progre…). Esto influye negativamente en las relaciones sociales y familiares y favorece actitudes defensivas sin grandes motivos, lo que conlleva costes en el equilibrio emocional.
Pero, a pesar de que los medios se centren en los conflictos violentos, quizá solo “en torno al 5 % de los conflictos se manifiestan en forma de hostilidades a gran escala, cuyo efecto es debilitar las naciones y desestabilizar las sociedades”.
Qué tener en cuenta en los conflictos
Primero, es importante no olvidar algunas cuestiones:
- Que haya conflictos es inevitable.
- Cuando se deja sin resolver un conflicto, las consecuencias serán negativas, por lo que es importante intentar resolverlo y lograr un ajuste positivo.
- Todo conflicto consume energía, de modo que cuanto más se tarde en resolverlo, más energía se gasta.
- En el abordaje de un conflicto se puede actuar de manera proactiva, que lleve a resultados positivos, o reactiva, que pueda agravar la situación.
“La mediación es la mejor herramienta para resolver los grandes conflictos, tanto interpersonales como entre organizaciones […]: puede ayudar a reducir el estrés y la hostilidad asociada a las disputas; y puede mejorar la comunicación y la comprensión mutua, contribuyendo a fortalecer los vínculos. Sin esa intervención externa, las disputas pueden autoperpetuarse (no olvidemos que, durante los conflictos, las personas solamente buscan la información que apoya sus puntos de vista o sus prejuicios”.
Referencias
Puedes encontrar el boletín en la página de la División Académica o pinchando directamente aquí.