S.Almenar: Las consecuencias del Covid19 'hacen necesaria una redefinición de los servicios sociales y de los profesionales que lo han de integrar'

Almenenar posee más de 30 años de experiencia como psicólogo educativo y social y recientemente ha sido nombrado miembro de la Junta de la División Estatal de Psicología de la Intervención Social. Le entrevistamos para que aporte su visión sobre el momento actual en el que se encuentra la psicología de la intervención social así como cuáles son los retos futuros en este área.  

La presencia e incidencia del Covid19, está teniendo consecuencias en todos las ámbitos de la vida. Los cambios se han producido de manera rápida, sin apenas tiempo para ser asimilados por la ciudadanía. El desconocimiento acerca de virus que ha provocado esta pandemia se traduce en incertidumbre en todos los niveles: personal, social, laboral, económico, sanitario, etc. Lidiar con ‘la nueva realidad’ sin saber exactamente a qué hacer frente, conlleva elevadas dosis de inseguridad y depende de los recursos personales así como de los que pongan las administraciones a disposición de la población, esta nueva situación se llevará mejor o peor.  

Hablamos con Salvador Almenar, compañero que recientemente ha sido nombrado miembro de la Junta de la División Estatal de Psicología de la Intervención Social. Además, ha sido hasta su prejubilación, hace escasos meses, responsable del área de Bienestar Social del Ayuntamiento de Mislata y, actualmente, asesor de la Junta de Gobierno del COPCV y miembro del Grupo de Trabajo de Intervención Social. Su conocimiento y experiencia están avalados por más de 30 años como psicólogo educativo y social.  

Ha sido el encargado de representar al Col·legi en la Comisión de Reconstrucción de València donde ha hecho hincapié en la necesidad de aumentar los recursos psicológicos en ayuntamientos, centros de menores, residencias, centros ocupacionales, entidades del tercer sector; en reforzar la educación emocional para los niños y niñas durante el proceso de desescalada y poner en marcha programas a pie de calle para las personas sin hogar. 

En esta entrevista, Almenar da su punto de vista sobre en qué momento y cómo se encuentra la psicología de la intervención social, y cuáles son los retos futuros.  

 

¿En qué situación se encuentra la psicología de la intervención social?

Nos encontramos en un momento importante debido a diferentes circunstancias. Hay y habrá, efectos psicológicos derivados de la crisis del COVID19, con consecuencias sobre el bienestar psicológico de familias, menores y colectivos vulnerables en lo referente a sus modos de relación, con elementos nuevos como la incertidumbre y la soledad. Esto hace necesaria una redefinición de los servicios sociales y de los colectivos profesionales que lo han de integrar, así como la definición de sus funciones y su estructura orgánica.  

Además, en cada comunidad autónoma se vive una realidad diferente por sus características concretas y porque estamos en un momento de aprobación de nuevas leyes de Servicios Sociales  dibujando escenarios de pugnas entre profesiones de lo social. 

Por otra parte, se están llevando a cabo los primeros pasos de la acreditación como Psicólogo Experto de la Intervención Social por parte del Consejo General de la Psicología, iniciativa que debería promocionarse dentro de la profesión y que debería contribuir a una mejora de la visibilidad de nuestra profesión.  

   

¿Cuáles diría que son los principales cambios producidos como consecuencia del estado de alarma? ¿Han cambiado los retos futuros?  

En este contexto, hemos tenido que adaptarnos rápidamente a situaciones desconocidas caracterizadas por la incertidumbre pudiendo haber un aumento importante de la probabilidad de conflictos personales, familiares y grupales. 

Las restricciones de la relación social implícitas en el estado de alarma, también han aumentado los casos de soledad y sus efectos nocivos al ser prolongada y no voluntaria 

Pero, por otra parte, la sociedad ha conocido el modelo de cuidado de personas mayores, sus debilidades y la necesidad de cambio de modelo o mejora sustancial así como la importancia de lo psicológico como profesionales esenciales de la intervención en el cuidado de mayores. 

Esta crisis sanitaria y las medidas asociadas para paliarla, han hecho evidente, por otra parte,  la escasa consideración que desde los poderes públicos se tiene por la infancia a la hora de diseñar y llevar a cabo políticas integrales para toda la población.  Existe una clara necesidad de modificar esta tendencia desde la Psicología de la intervención social. 

  

Abogas por la interdisciplinaridad y la importancia de cada profesional dentro de la intervención social pero, ¿serán necesarios más psicólogos/as dadas les circunstancias?  

Es evidente que para abordar integralmente la problemática psicosocial de las personas, se hacen necesarias diferentes miradas que aporten su conocimiento científico. Así lo hemos venido haciendo desde hace años en el sistema público de protección social y con bastante eficacia. El diagnóstico de necesidades que afecta a personas y colectivos vulnerables requiere valorar esa variedad de aspectos: lo social, lo educativo, lo psicológico. 

La psicología aporta una doble mirada: el conocimiento de las leyes del comportamiento humano y la comprensión de las leyes del comportamiento de las interacciones sociales, posibilitando un abordaje completo de las situaciones  de mejora personal de los colectivos de personas vulnerables. 

Creo que los psicólogos, históricamente, hemos sido una profesión muy proactiva en la promoción de programas de inclusión social de la población, desde lo municipal fundamentalmente, contribuyendo de una manera decisiva a la configuración del actual sistema público de servicios sociales. Y debemos volver a ser proactivos en los momentos actuales, promoviendo la aparición de programas que aseguren el ejercicio de los derechos de las personas, especialmente de los niños, de las personas mayores y de los colectivos más vulnerables a vivir plenamente en condiciones de igualdad a lo largo de su desarrollo vital. 

  

Recientemente se ha renovado la Junta de la División Estatal de Psicología de la Intervención Social y usted forma parte de ésta ¿Se están planteando nuevos objetivos por los que trabajar?  

Acojo mi nombramiento con ilusión por aportar mi experiencia profesional de más de 30 años en el ámbito de la psicología, tanto de la educativa como de la intervención social, y siempre desde el municipalismo, a la Junta Directiva de la División. 

Estamos especialmente interesados en mejorar la visibilidad de los PISoc a la sociedad en general, con las acciones que se puedan realizar desde la Junta; por promocionar entre los colegiados de los diferentes colegios territoriales el conocimiento de la acreditación como expertos en IS además de diseñar planes efectivos de formación en PISoc. 

Otros de los aspectos claves en el que queremos trabajar, es en ofrecer a las diferentes administraciones públicas, asesoramiento en la elaboración de leyes y normativa que tengan por objeto el bienestar de las personas, así como en el desarrollo de programas de protección social.  

  

En Mislata estáis implantando el II Plan de Infancia y Adolescencia. Desde hace años, dotáis a las personas que integran estos grupos, un papel destacado en la ciudad. En este nuevo contexto - ¿nueva normalidad’ – continuará siendo así? La crisis del Covid19, ha modificado algún aspecto del Plan  

La pandemia ha modificado el Plan, pero más en lo formal que en lo sustancial. Hemos utilizado masivamente las redes sociales y las nuevas tecnologías de la comunicación en un intento de contar con la participación de  toda la población infantil de la ciudad. 

Se ha insistido en visibilizar la necesidad de escuchar a la infancia en estas situaciones también de gravedad, no cayendo en la desvalorización de los niños y niñas cuando las situaciones parecen demasiado importantes como para contar con ellos. 

Pensamos que ser una ciudad amiga de la infancia es un reto que se ha de mantener permanentemente, poniendo los derechos de los más pequeños en el lugar que les corresponde y contando, lógicamente, con su participación en la toma de decisiones. 

 



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