Las pruebas de detección de ansiedad a niños/as y adolescentes, clave para facilitar la intervención temprana

Así lo advierte la Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association) en un artículo publicado en su revista APA monitor.

Los problemas de ansiedad que no se tratan durante la infancia, corren el riesgo de cronificarse, y se asocian con una mayor probabilidad de presentar futuros trastornos de ansiedad en la edad adulta, así como con un mayor riesgo de depresión.

Así lo advierte la Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association) en un artículo publicado en su revista APA monitor, a través del cual aborda los beneficios de realizar pruebas de detección de ansiedad de forma periódica a niños, niñas y adolescentes, con el fin de identificar de forma temprana cualquier problemática de esta índole y poder intervenir con premura.

En este sentido, recoge las recomendaciones realizadas por el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU. (US Preventive Services Task Force, USPSTF) -panel voluntario e independiente de expertos en prevención de problemas de salud y recomendaciones basadas en la evidencia-, que aconsejan realizar de forma regular pruebas de detección de posibles problemas de ansiedad y de depresión, en niños, niñas y adolescentes.

Dado el incremento significativo en los últimos años, de niños/as y jóvenes que están experimentando problemas de salud mental, y que se ha acelerado de forma exponencial a raíz de la pandemia de la COVID-19, el USPSTF recomienda realizar regularmente pruebas de detección de ansiedad a niños/as y jóvenes de 8 a 18 años y de detección de depresión a adolescentes de 12 a 18 años.

Estas recomendaciones están dirigidas a menores sin problemas de salud mental diagnosticados, ni signos o síntomas de depresión, ansiedad o riesgo de suicidio (aparte de estas recomendaciones, cualquier niño/a o adolescente que muestre signos y síntomas de un problema de salud mental debe ser evaluado y recibir intervención). Si bien estas pruebas de evaluación no son suficientes para diagnosticar ansiedad o depresión, sí son de gran utilidad para identificar qué niños/as podrían requerir una evaluación adicional por parte de un profesional de la salud mental y que, “de lo contrario, pasarían desapercibidos”.

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