La salud mental no se encierra en compartimentos estancos: cuidémosla en su conjunto
Campaña 'Salud mental en el trabajo' del COPCV e INVASSAT. Con esta iniciativa anual, ambas entidades deseamos concienciar y sensibilizar acerca de la importancia del bienestar psicológico y la salud mental en la empresa.
Vivimos en una sociedad que, durante años, ha dividido la vida en cajones: la parte laboral por un lado, la familiar por otro, la social, la personal... como si fueran mundos separados. Pero la realidad psicológica es otra: somos un sistema integral, interdependiente y profundamente sensible a todo lo que nos rodea.
Desde la psicología del trabajo y las organizaciones, sabemos que el bienestar emocional de una persona no depende únicamente de su trabajo, ni solo de su familia, ni exclusivamente de su situación personal. Todos estos ámbitos se entrelazan, se nutren —o se drenan— mutuamente.
Este modelo psicológico spillover/crossover explica cómo el estrés y las experiencias negativas laborales pueden “derramarse” (spillover) en la vida familiar y a su vez afectar a la pareja o hijos (crossover). Por ejemplo, el desgaste laboral de un miembro puede aumentar la carga doméstica y emocional del otro, incrementando el agotamiento en ambos.
Una jornada laboral prolongada y cargada de estrés no termina al cerrar la puerta de la oficina. Ese malestar se lleva a casa, afecta la paciencia con los hijos, la calidad del sueño, la relación de pareja. De la misma forma, los conflictos familiares, la sobrecarga de cuidados o las dificultades personales impactan en la concentración, en el rendimiento, en la motivación y en la salud física en el entorno laboral.
La Organización Mundial de la Salud ya ha reconocido que el lugar de trabajo es un entorno determinante en la promoción —o deterioro— de la salud mental. Pero no basta con abordar los síntomas individuales. Necesitamos una mirada sistémica. Necesitamos organizaciones que comprendan que invertir en salud mental no es una moda ni un gesto ético: es una estrategia de impacto real, con efectos medibles en la productividad, el absentismo, la innovación y la cohesión del equipo.
A su vez, nuestro modelo de sociedad actual, las constantes amenazas políticas, económicas y a la salud que nos rodean, generan un estado constante de alerta y preocupación mantenidos en el tiempo que genera un estado de agotamiento emocional en la sociedad. El abuso de la tecnología también es un factor que incrementa el cansancio, alteraciones en el estado de ánimo, descontrol y frustración en todas las edades y de manera significativa en la población joven que accede al mundo laboral, incrementando estos aspectos las posibilidades de problemas en el ámbito de la empresa.
En paralelo, es deseable que las políticas públicas acompañen esta transformación promoviendo apoyos familiares eficaces, medidas que faciliten la conciliación, acceso a atención psicológica de calidad y programas de prevención que consideren a la persona en su conjunto.
Porque cuando una parte de la vida se desequilibra, todas las demás resienten la carga.
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