Día Internacional contra la violencia y el acoso escolar, 5 de noviembre

Óscar Cortijo, vicedecano del COPCV: “El acoso a través de las nuevas tecnologías se está incrementando exponencialmente y con una mayor virulencia”.

La Fundación ANAR, a través de su último estudio titulado ‘La opinión de los estudiantes”, da a conocer la incidencia del acoso escolar así como las percepciones y actitud del alumnado y del profesorado. Para realizarlo, han recabado información de más 12.000 alumnos/as y profesores de 307 centros escolares que han participado en los programas de concienciación y prevención del acoso escolar de la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR.

Uno de los datos que aporta es que, en uno de cada tres casos, el acoso se produce en el aula. A este respecto, Óscar Cortijo, vicedecano del COPCV, experto en la materia, puntualiza que cuando se hace referencia al aula, hay que tener una “visión global” ya que hay “puntos presenciales calientes como el recreo o los baños, donde se suelen producir los comportamientos más visibles del acoso: ninguneo, bloqueo social, motes o insultos”. Y es aquí donde Cortijo introduce un matiz importante al hacer referencia a la presencialidad ya que debido a la digitalización, un porcentaje muy elevado de la comunicación de los jóvenes se desarrolla en las redes sociales y esto está generando un cambio de tendencia. “Si antes el acoso virtual era un complemento al acoso presencial, ahora estamos viendo que se produce un trasvase y que el acoso a través de las nuevas tecnologías se está incrementando exponencialmente y con una mayor virulencia”.

El 90% es acoso psicológico frente al 10% de violencia física y el bloqueo social es una de las modalidades que más se ejerce incluso en las redes sociales”, asegura Cortijo. Formar parte o no de ciertas comunidades virtuales aporta prestigio, implica cierta protección grupal, etc. “Cuando a un joven se le bloquea e impide pertenecer y desarrollar estas relaciones virtuales,  - continúa - queda aislado y suele ser el inicio a otro tipo de comportamientos de acoso”.

Otro de los motivos que puede explicar este cambio de tendencia es que debido a la pandemia, lo presencial se está restringiendo. Por ejemplo, hay menos ratio de alumnos por aula y por tanto, “hay menos grupo y sabemos que el acoso se produce en grupo”, ha asegurado el psicólogo.

Por otra parte, algunas informaciones publicadas en los medios de comunicación apuntan a que existe cierta estigmatización hacia aquellos alumnos o alumnas que se han visto afectados por la Covid y que tras el confinamiento forzoso, han sufrido burlas por parte de algunos compañeros. “La Covid se ha convertido en un efecto-señal, puede ser una excusa más que el grupo acosador utilizará” comenta Cortijo. Ante cualquiera de estos hechos, la comunidad educativa (profesorado, padres y madres y alumnado) debe implicarse. Sólo así se podrá detectar y prevenir el acoso escolar. De hecho, en algunos centros, existe la figura de los ‘ángeles guardianes’ o ‘el mentor’, alumnos que son promotores de buenas prácticas, de la comunicación y de la no admisión de los comportamientos de acoso para que haya una concienciación en la comunidad. También son muy necesarios protocolos en los que se establezcan canales de comunicación segura para acabar con “los testigos mudos” y en los que haya un decálogo donde se especifiquen qué son comportamientos de acoso. De esta forma, serán más fáciles de identificar e incluso de obtener un compromiso por parte del alumnado para evitarlos e incluso para que exista una autorregulación. El programa AVE de prevención del acoso y la violencia escolar, creado por Cortijo y por el también psicólogo Iñaki Piñuel, por ejemplo, “tiene en cuenta la sensibilización y concienciación de la comunidad educativa” aunque, señala Cortijo, “cuando falla la prevención, los comportamientos de acoso deben de tener consecuencias disciplinarias. No se pueden plantear la minimización o la erradicación sólo con concienciación” aún así, es fundamental trabajar con la persona acosadora, hacerla consciente de la repercusión y daños que provocan con sus comportamientos.

El problema más importante en este tema ha sido y es, la banalización y trivialización por parte de los adultos”, ha subrayado el psicólogo. Es decir, justificar algunas conductas bajo la frase ‘es cosa de niños’. “Hay que acabar con esta idea, con la impunidad hacia los acosadores, y redefinir los mecanismos de prevención debido a la digitalización. Si no cortamos estos comportamientos de violencia y acoso, estaremos generando ciudadanos del futuro que van a admitir los conductas violentas en las relaciones sociales”, ha concluido Cortijo.



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