La necesidad de incluir el cuidado de la salud mental y el bienestar en el currículum educativo
En el Nuevo Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030).
La obesidad dificulta que los niños y las niñas crezcan sanos, debido a las importantes consecuencias que tiene para su salud, que pueden afectarles tanto en la infancia como en la edad adulta. Algunas de estas consecuencias son físicas, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, mayor riesgo de cáncer; otras son mentales, como baja autoestima, depresión o ansiedad; otras son sociales, como estigma, discriminación o dificultades para relacionarse; y todas ellas suponen una menor calidad de vida. Debido a estas consecuencias para la salud individual, la obesidad tiene importantes efectos colectivos que repercuten en nuestro desarrollo como país.
Así lo advierte el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil del Gobierno en su nuevo Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030), una hoja de ruta a través de la cual pretende establecer una respuesta integral y multisectorial a la obesidad infantil en nuestro país, promoviendo estilos de vida saludables y fomentando el bienestar emocional.
Tal y como señala el documento, la obesidad en la infancia puede tener múltiples y complejas causas, como factores biológicos, psicológicos y sociales, de estilo de vida, sociodemográfcos y ambientales, especialmente importantes en los primeros años, “que son los que más influyen en un desarrollo físico, mental y social saludable a lo largo de la vida”.
Según revela el Estudio ALADINO 2019, las madres y los padres españoles infraestiman de forma importante el exceso de peso infantil, una percepción distorsionada que minimiza el problema y retrasa su abordaje.
De acuerdo lo expuesto en el nuevo Plan Estratégico, la obesidad infantil es más frecuente en niños, niñas y adolescentes con estilos de vida menos saludables en relación con la actividad física (más sedentarismo y menor tiempo dedicado a realizar actividades físicas), a la alimentación (hábitos alimentarios poco saludables), al bienestar emocional (ansiedad, depresión, baja autoestima, aislamiento social) y al sueño (menos horas de sueño).
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